Terradilla de los Templarios - Burgo Ranero

 Comenzamos el día a las 4:00 de la mañana, debido a que no queríamos comernos el asfixiante calor que nos había acompañando los últimos días. La verdad es que aunque ha sido un poco duro el despertarse a esas horas, ha merecido la pena, ya que evitamos unas cuantas horas de sol infernal y porque pudimos disfrutar de un espectacular manto de estrellas. 

A lo largo de esta etapa anduvimos 36 km y estuvieron bastante bien. Mola mucho ir pasando por pueblos tan diferentes, algunos con mucha vida y otros prácticamente en ruinas, porque transmite una sensación de estar en una película del viejo oeste... La verdad es que  al final de la etapa se hizo bastante pesada, lo cual es lo más normal, ya que llegábamos muy fatigados y con ganas de llegar al final de la etapa, pero con la buena compañía de mis amigos y peregrinxs se hace bastante más ameno.

Sobre las 11:30 hemos llegado al Burgo Ranero, un pequeño pueblo en medio de la nada, el cual no tiene gran cosa... Un par de casas, una iglesia, varios albergues y alguna que otra pequeña tienda. La verdad es que con el calor que hacía y las pocas cosas que se podían hacer por el pueblo, no hicimos mucho turismo. 
Tras dar una vuelta de reconocimiento nos dirigimos al albergue municipal, el cual era donativo... y madre mía. De buenas a primeras nos pareció un poco cochambroso, era un edificio cubico hecho de un material mezclado entre abono y paja. Los hospitaleros fueron muy amables y nos ofrecieron una limonada, que entró como gloria. Y después nos llevaron a nuestras habitaciones... El techo de nuestra habitación era el mismo que el del exterior, por lo que se podían apreciar las vigas y soportes de madera que aguantaban el tejado... pero también se podía apreciar a los inquilinos que vivían en ellas... Insectos principalmente, pero también tuvimos el gusto de coincidir con algún ratón.

La verdad es que no me imaginaba que la cosa iría a peor, pero así fue. Al lado mía tuve la suerte de compartir habitación con tío de unos veinti muchos, que había sido devorado por las chinches. No se si conoceréis a esta maravillosa abominación de la naturaleza, pero no os preocupéis que yo os lo explico. Las chinches (o bedbugs) son un insecto que habita en colchones, ropa, almohadas,... y donde ponen sus huevos. Su ente en la vida es poder mudarse a otros lugares, por lo que cuando alguien duerme en un colchón, suele aprovechar para agenciarse un hueco y poder viajar. Por el momento no es tan horrible... pero los muy p**** aprovechan para picarte todo el cuerpo, mientras duermes... y no notas ni ves esas picaduras hasta que no pasa un día entero. Por lo que puedes tener en la mochila un insecto del tamaño de una lenteja que esta entre todo tu equipaje, poniendo huevos y con ganas de seguir viviendo. Hay dos formas de exterminar a nuestros amigos: Quemando la ropa (la opción más dramática) o lavando la ropa en la lavadora con la temperatura más elevada posible. 

Bueno... el caso. Mi compañero de habitación había sido devorado por las chinches, y estaba a unos pocos metros de mí, por lo que podía ser el siguiente festín. Por lo que procure alejarme lo máximo posible de él... pero ya os contaré luego. 

Cuando nos duchamos, dejamos nuestras toallas extendidas en los tendederos del albergue, y fuimos a comer. Ahí preparamos un poco de pasta acompañada de una ensalada, y conocimos a una familia de canarios que habían empezado el camino de Santiago unas etapas atrás. Fueron muy majos con nosotros, pero uno de ellos había encontrado una guitarra y estuvo dando la murga con ella toda la tarde. 

Después de una incomoda siesta, debido al Paco de Lucía canario y el incomodo colchón, fuimos al albergue donde se habían hospedado nuestros amigxs peregrinxs. La verdad es que ese albergue era un paraíso, un jardín gigante, una cocina muy bien equipada, hamacas,... igualito que el nuestro. Nos invitaron a cenar en su albergue, ya que ese día nos separábamos algunos del grupo que habíamos formado, debido a que algunos de nosotros íbamos a juntar dos etapas, para llegar antes a León (50 km~). Por así decirlo fue nuestra ultima cena como grupo... Estuvo muy bien, cenamos muy bien, nos reímos un montón y bebimos muuuuuucho vino, porque si no no íbamos a pegar ojo esa noche. 


Tras una buena cena, una dura despedida y un buen pedo, volvimos pronto a nuestro albergue, ya que al día siguiente teníamos que levantarnos a las 2:00 de la mañana para la dura etapa que nos aguardaba. Dando tumbos regresamos, y fuimos a recoger nuestras toallas del tendedero... Resulta que alguien me había cambiado mi toalla por una exactamente igual pero muchísimo más pequeña. Estaba demasiado borracho como para que me importara, así que prepare mi mochila y me intente mentalizar para el día que nos aguardaba. 

Comentarios

Música