Saint Jean de Pie de Port

 Comenzamos nuestro viaje en el pequeño pueblo Saint Jean de Pie de Port, donde podemos encontrar muchos albergues debido a que es el comienzo del camino, y está bastante masificado. La verdad es que es un pueblo muy bonito, donde se respira calma y tranquilidad por sus estrechas calles. La forma más práctica y económica para llegar a este pueblo, es cogiendo un autobús desde Pamplona por un precio aproximado de unos 20-30€. 

Mis amigos y yo, no planeamos nada en lo que respecta a albergues y alojamiento, ya que considerábamos que en parte era la esencia del camino y de la aventura, por lo que cuando llegamos al pueblo, fuimos viendo entre los distintos albergues, preguntando precios, si incluían el desayuno... Pero tened cuidado, ya que vi un cartel en el que ponía "Hôtel 5€" y al lado una puerta abierta, por lo que entré para preguntar si tenían hueco... Pero resulta que no era un albergue, si no que me había colado en una casa. Me di cuenta de ello, cuando una señora malhumorada me empezó a gritar "Sors d'ici!!!!", por lo que salí escopeteado de ahí. Resulta que el albergue abría más tarde, por lo que fuimos al albergue municipal para ver que tal. 


El albergue no estaba mal, para los 5€ que costaba, pero estaba repleto de moscas, y parecía muy pequeño. Lo bueno es que incluía el desayuno, lo cual era una oferta muy interesante a tener en cuenta. Sobre las 18:00 nos disponíamos a registrarnos en el albergue municipal, pero baje un momento a ver si había abierto el otro albergue. Cuando entré me encontré 3 perros, 4 gatos y una gallina, todos sueltos por la casa. Por un momento creía que estaba en una granja, pero de repente apareció una señora mayor que me empezó a decir que tenía habitaciones libres. Volví corriendo con mis amigos a decirle el percal de ese albergue, y decidimos probar suerte en ese albergue. 

El albergue creo que se llama L'Atelier, y su dueña se llamaba Kristtiane. La señora estaba obsesionada con que no se debía utilizar calzado ni "Flip-Flops", y debíamos ir descalzos por la casa. Nos advirtió que si nos pillaba calzados por su casa, nos echaba. Por lo demás muy amable, y hospitalaria. El albergue estaba muy bien, habitaciones amplias, wifi, buenas duchas... Y con la peculiaridad de que había animales por la casa. Lo único negativo era que no incluía desayuno, pero nos comentaron que había bares donde poder desayunar. La verdad que el sitio me gusto mucho y lo recomiendo mucho.






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